El vecinito clavo un clavito

Sólo basta con dar un pequeño recorrido por algunas calles de nuestra ciudad, para toparse con un sinfín de árboles portadores de carteles de todo tipo. Ocupados como si fueran postes —cuya función es servir de apoyo publicitario—, son perforados por clavos enormes y hasta lo más profundo, con la intención de que ni el viento ni otra acción puedan retirarlos.

Pero, más allá de lo estético: el hecho de ocupar seres vivos como si fueran muebles portadores de carteles, ¿implica algún daño real? ¿es un problema o son varios problemas?

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No podemos concebir esta misma acción sobre el cuerpo de un animal; usarlos como publicidad viviente, emplear un clavo y que éste penetre su carne; de seguro que sería repudiado por gran parte de la sociedad. Con los árboles, no ocurre lo mismo.  El sufrimiento de un árbol no genera reacciones que tocan el corazón de las personas, no hay una conexión dolor-sufrimiento. Percibimos muy poco de la vida de ellos, sólo vemos un ser carente de locomoción, que, si está frente a algún peligro, a un par de centímetros, no hará ningún cambio que nuestros ojos puedan notar, de este modo, es tremendamente difícil poder interpretarlo como “daño”, ya que estamos acostumbrados a una respuesta ante él, y sí, sí hay respuestas, pero de otra manera: habrá una reacción de respuesta inmediata, a cualquier daño mecánico, físico y aún más si  se trata de la introducción de un objeto ajeno a su sistema, como lo es un clavo.

El sufrimiento de un árbol no genera reacciones que tocan el corazón de las personas, no hay una conexión dolor-sufrimiento.

Protegerse del exterior

Los árboles tienen un sinfín de mecanismos de protección, de hecho, están provistos de lo que podría llamarse “super piel” (sistema de revestimiento) altamente resistente a la pérdida de humedad y ataques externos, algunos están provistos de una capa gruesa similar a un corcho o cartón (Súber y ritidoma) que los puede llegar a proteger del fuego en caso de incendios, como ejemplo tenemos al pintoresco “penoco” Samanea tubulosa y al altamente resistente “espino blanco” Acacia albicorticata. Otros tienen maneras curiosas de “autolimpiarse” como es el caso de muchas especies de “eucaliptos” Eucalyptus spp, quienes cada cierto tiempo, se desprenden de la primeras capas del tronco, en otros palabras, se exfolian. Otros se ponen más a la defensiva, desarrollando tremendas armaduras como es el caso de nuestro emblemático “Toborochi rosado” Ceiba speciosa, quien, armado con aguijones, se protege de cualquier “bicharraco” que atente u ose subir.  Estos son solo un par de ejemplos de los distintos mecanismos que tienen, para poder vivir ante un medio agresivo.

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Puerta abierta

Cuando se rompe la barrera que los protege, y algún agente extraño ingresa a su sistema interno (Sistema vascular), se abre una puerta, que dependiendo de muchas variables, como ser, la especie, el ambiente, tiempo etc,puede ocasionar desde pequeños daños hasta la misma muerte del árbol. Cuando se introduce un clavo en un árbol vivo, éste empieza inmediatamente a reaccionar fisiológicamente, sus células que entran en contacto con el objeto, cambian inmediatamente (cambio de turgencia) y en él empiezan a activarse todos los mecanismos para contrarrestar el daño y empieza la “evacuación celular”.

No cicatrizan jamás

Hay que dejar claro algo, y no es un concepto menor, los árboles NO cicatrizan sus heridas,  los árboles generan tejido nuevo y en nuevas posiciones. Ya que cicatrizar, significa restaurar en el mismo lugar y es muy propio de los animales y otros organismos pero no de los árboles. Cuando un árbol sufre una herida, ésta empieza a restaurar químicamente , aislando y embovedando el daño, a esto  se le llama compartimentación y es más complejo de lo que se describe. La planta va a rodear al clavo y dependiendo de la especie, ésta puede compartimentar, pero esto puede también, demorar tiempo, y reaccionar con los años. Otros reaccionan inmediatamente.

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¿Qué nos dice la ley?

Apoyarse en las leyes para hacer cumplir algo que quizá, socialmente no es muy lógico, es un tema que golpea en la realidad. Pero sí, sí hay una ley del arbolado urbano, cuyo nombre completo es “LEY DE CONSERVACIÓN, RECUPERACIÓN, PROTECCIÓN DEL ÁRBOL, POLÍTICA DE ARBORIZACIÓN URBANA Y EL EMBELLECIMIENTO DE LA CIUDAD”. Tremendo y largo nombre, que quizá sea un titular demasiado ambicioso, además, de recordar que aún no está reglamentada, a la fecha de la presente publicación. Pero vamos al punto: entendiendo que la introducción de un objeto, como es el caso de un clavo, en un árbol, causa un daño, dado que hay una respuesta fisiológica de impacto y puede dar pie para el deterioro del individuo. La ley, en su artículo 4, pone como principio la responsabilidad y también la garantía de restauración, quiere decir, que toda persona natural o colectiva, tiene la responsabilidad de conservar y proteger los árboles evitando su afectación. También denota, que toda persona privada o pública que ocasione un daño a un árbol o masa arbórea, está a obligada a realizar una integral y efectiva remediación.

 “LEY DE CONSERVACIÓN, RECUPERACIÓN, PROTECCIÓN DEL ÁRBOL, POLÍTICA DE ARBORIZACIÓN URBANA Y EL EMBELLECIMIENTO DE LA CIUDAD”. Tremendo y largo nombre, que quizá sea un titular demasiado ambicioso, además, de recordar que aún no está reglamentada, a la fecha de la presente publicación.

Entonces…¿se retira o no se retira el clavo? El retiro de un objeto ajeno al cuerpo del árbol, tiene que ser retirado lo más pronto posible. Hay que tomar en cuenta, que no todos los árboles responden de la misma manera, a nivel de especie e individual, hay árboles que soportan años e incluso pareciera que lo incorporan a sus tejidos, en realidad lo pueden rodear, otros en poco tiempo empiezan a compartimentar o son el comienzo para la entrada de enfermedades o incluso algunos insectos ven una facilidad ante el daño.

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El retiro tiene que ser lo más prolijo posible, se pueden ayudar de cualquier objeto que sirva de palanca, como ser, cabezas bifurcadas de algunos martillos, barretas, patas de cabra, tomando muy en cuenta, poner algún suporte como tela o almohada que amortigüe la presión ejercida al momento del retiro. Si el objeto es muy grande y lleva tiempo en árbol, es necesario tomar en cuenta muchos aspectos, ver si hay algún daño interno, porque puede ser contraproducente cuando el tejido se ha desarrollado bastante sobre el objeto.

Curar o no curar, he ahí el dilema

Luego que retiramos del árbol, el clavo o cualquier otro objeto, lo mas lógico sería aplicar algún material de sellado, pero… esto puede jugar contrariamente a lo que queremos lograr, que es el bienestar del árbol. El fitopatólogo Alex L. Shigo estudió bastante el comportamiento de los árboles frente a las distintas heridas y él recomienda que NO se debe aplicar ningún producto. ¿Por qué? Porque sellar con algún material que no produce el árbol aísla la herida, pero puede generar condiciones de humedad y temperatura propicia para que los microrganismos encuentren un excelente sustrato para su desarrollo y empeorar la situación. Debe dejarse que el árbol aísle el problema por sí solo, y aplicar quizá, productos fúngicos y antibacterianos en el mayor de los casos.

…sellar con algún material que no produce el árbol aísla la herida, pero puede generar condiciones de humedad y temperatura propicia para que los microrganismos encuentren un excelente sustrato para su desarrollo y empeorar la situación.

¿Qué hacemos con los carteles?

Como dijimos al principio, éste es un problema con muchas aristas, hasta ahora hemos abordado temas de la afección del árbol, tomando en cuenta el uso de materiales invasivos como son los clavos. Pero si vamos más atrás de la historia, está el hecho de que simplemente los árboles no por eso y en busca de no dar respuestas que puedan sonar egoístas, ya que hay algunas realidades detrás de cada cartel puesto. Se podría ocupar siempre y cuando, NO atente contra la salud del mismo. Si dicho árbol nos está prestando servicios, lo justo sería también poner de nuestra parte, ocupando materiales como bandas elásticas o algún material que no haga demasiada presión sobre la corteza, dando de este modo, posibilidad de no afectar el crecimiento y que no queden marcas con el tiempo. También sería un excelente gesto, de parte del empleador de dicho árbol, mantenerlo, evitar que su base sea depósito de basura, retirar las ramas rotas en caso de que hubiese, en otras palabras, un trato honesto por el servicio.

Conclusión

Sin duda quedamos cortos con el tema, ya que es más complejo y variante de lo que se explicó. Sólo dimos un pantallazo de una realidad tan palpable como simplemente observar algunos árboles y ver lo que está ocurriendo. Recordad que, ante un problema abundante, no contamos en nuestro municipio, con un área de fitopalogía, que atienda el tema de enfermedades que es un enemigo silencioso y sobre todo los prevenga. Los árboles son seres vivos que están todo el tiempo interactuando con el entorno, un entorno en el cual no pueden ir muy lejos y les toca adaptarse a un sinfín de variables. Como ciudadanos es nuestra responsabilidad directa el cuidado y protección de los árboles, que son mucho más que flores bonitas o una gran sombra. Saludos y que tengan buen día.

Artículo elaborado por: Alejandro Angulo y Monserrat Contreras.

 

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